10 mayo 2012

Mágica calle

Muchas historias se cuentan por la calle. Puedes salir a pasear y escuchar, sin exageraciones, unas 4 o 5 historias en una misma tarde. La mayoría suelen ser falsas; la mayoría suelen ser contadas para levantar los ánimos ya que la situación que nos envuelve no es lo agradable que todos querríamos. Sin embargo, ayer, no sé de la boca de quien ni, por supuesto, recuerdo el donde, escuché una historia verdadera, de las que son verdad y, sin ningún temor, puedes comprobar.
Me contaron que en mi ciudad hay una calle mágica. Me contaron que cuando entras en ella vuelves al pasado. Me contaron que puedes ver gente triste sentada en los quicios de las puertas de sus casas, como sucedía en la posguerra; y que puedes ver como la gente pasa hambre y llora como en tiempos pasados. Además, en esa mágica calle, que no divertida, porque en ocasiones la magia no es divertida, porque a veces metes la mano en la chistera para sacar un conejo y te arranca la mano de un mordisco, me han dicho que las condiciones con infrahumanas, como antaño. ¡También me han dicho que se ven huelgas en esas calles! Que rudimentarios tiempos aquellos en los que la gente se veía obligada a defender sus derechos en la calle... ¿Y sabéis qué es lo más absurdo y estúpido de todo? Aún se ven en esa calle ideologías que rompen amistades, colores políticos que separan sentimientos forjados con el paso del tiempo, gente que se pelea entre sí por unos trajeados con corbata que tienen la vida asegurada. Todo eso es esa calle.
Antes he dicho que esta historia si era real; pues quizá no lo es del todo, porque me parece que esa calle ni es mágica ni muestra el pasado, tan solo es el presente de un contexto en el que estamos involucionando.